La ciencia, desde sus inicios, siempre ha sido fascinante. A través de diversas disciplinas científicas, se han ido descifrando grandes enigmas, permitiendo expandir nuestros conocimientos más allá de lo que creíamos posible. Pero, a pesar de lo maravillosa que es la ciencia, y todo lo que involucra, como el despertar de la curiosidad y el pensamiento crítico ¿La Ciencia, está disponible para todos?. Personalmente, creo que no. Si partimos desde la infancia, las brechas en nuestro actual sistema de educación, hacen muy difícil una entrega equitativa de contenidos en las distintas ciencias existentes de una sociedad (ciencias naturales, biológicas, químicas, físicas, matemáticas y sociales).
Infraestructura
Esta desigualdad se ve reflejada, por ejemplo, en la infraestructura de colegios con bajos recursos, donde la probabilidad de contar con un laboratorio de ciencias, es casi inexistente. Esto, lamentablemente, no permite que aquellos alumnos que muestran un cierto interés por la ciencia, desarrollen una apropiada indagación que les permita encontrar una respuesta a sus preguntas.
Pero, si bien en estas lejanas latitudes, muchas veces la vinculación con la ciencia es difícil, la tenacidad de sus profesores (o algunas instituciones de divulgación), para que sus alumnos (o niños en general), no pierdan este encanto, es sobresaliente, ya que buscan diversas herramientas para que niños y jóvenes, puedan seguir con ideas en investigaciones de ciencias básicas, aplicadas, o sociales, a pesar, que muchas veces, las condiciones no son favorables.
Incentivos
Y aquí, entramos nosotros, quienes trabajamos en las diversas disciplinas de la ciencia. Por décadas, hemos transmitido nuestras ideas y principales resultados, sólo a pares científicos, a través de conferencias, congresos y publicaciones, con una escasa, o nula llegada a la sociedad en general. Pero, si retrocedemos 15 años, podemos ser testigos de un cambio maravilloso en la transmisión de esta información. Muchos científicos, empezaron a comprender, la importancia de que sus conocimientos sean conversados y traspasados a la comunidad.
Esto, para incentivar, por ejemplo, a niños y jóvenes, a comprender y sorprenderse, con los procesos que nos envuelven en nuestro diario vivir; o también, para que dispongan de información necesaria, por ejemplo, sobre eventos naturales, que pueden ser propios de su región.
Por otra parte, la creación de departamentos de “Divulgación y Vinculación con el Medio” en muchas de las universidades han ido, paulatinamente, tomando más fuerza. Por otra parte, el trabajo continúo de Programas Científicos, a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (en sus inicios, realizados por el Ministerio de Educación), ayuda a promover a nivel nacional, la ciencia y la tecnología, a través de su programa Explora.
Clubes de ciencia
Por otra parte, muchos colegios han comenzado a formar clubes de ciencia, buscando nuevos nichos para sociabilizar sobre sus investigaciones. O, por otra parte, he sido testigo de iniciativas de alumnos de zonas remotas, que crean redes con organizaciones sociales (ej. Techo para Chile), para que, efectivamente, la ciencia pueda llegar a todos. Si estas iniciativas, siguen con un trabajo constante en el tiempo, sin duda, veremos cambios.
Recordemos que nuestros niños, son el factor de cambio que tanto necesitamos para crear una mejor sociedad. Si se trabaja con la suficiente convicción, apoyando diversas iniciativas de divulgación, creando herramientas innovadoras, quizás, podamos soñar con una sociedad más justa y consciente, con opiniones fundadas en conocimientos y hechos reales. Este sueño es posible, si trabajamos en conjunto, para disminuir estas brechas sociales, y finalmente, democratizar la ciencia.